Por José Zambrano

La poetisa recoge hierba de entretiempo,

pan viejo, ceniza especial de cuchillo;

hierbas para el suceso y las iniciaciones.

Ana Enriqueta Terán

 

El nombre de esta amada poeta ya es carta de presentación suficiente, es invitación a la fiesta de la palabra, al banquete del lenguaje que podrá disfrutar el público que asista a la Feria Internacional del Libro de Venezuela de este año (FILVEN 2108). Por ello la Fundación Editorial El perro y la rana renueva su homenaje a esta poetisa, porque una riqueza lírica como la suya siempre la agradeceremos.

Ana Enriqueta Terán nació en 1918, en Valera, estado Trujillo, y falleció en 2017, en Valencia, estado Carabobo. Desde niña ya sorprendía con su talento que llamó la atención del poeta Andrés Eloy Blanco. Su relación temprana, íntima, con la esencia de nuestro lenguaje empezaba como nos lo relata ella misma en esta anécdota:

Muy niña descubrí a Garcilaso. En mi casa se leía a los clásicos… Mi madre me inició en su lectura y digo mi casa, en vez de decir, desde el principio, mi madre. Porque verla a sus ojos, su reciedumbre, era descubrir la casa entera, su fortaleza (…) En mi casa, de sus labios, aprendí a disfrutar del Siglo de Oro…

Creció esa sensibilidad hasta convertirla en una creadora de la palabra que hacía uso por igual del estilo clásico más elaborado, hasta del verso blanco más vanguardista. Se dice que siguió escribiendo hasta los noventa y siete años, y casi proféticas fueron sus palabras: “La niña buena cuenta hasta cien y se retira. La niña mala cuenta hasta cien y se retira. La poetisa cuenta hasta cien y se retira”.

El libro con el que queremos recordarla es una antología poética realizada por el escritor Luis Alberto Angulo, y se titula: Ana Enriqueta Terán: poetisa de la lengua. La compilación apareció por primera vez en la revista española: Álabe N.° 9. Hoy reaparece en versión impresa y en coedición de El perro y la rana con el Complejo Editorial Batalla de Carabobo.

Es un libro que reúne textos esenciales de la autora. Agrupa desde sus sonetos, que están magistralmente trabajados, hasta otros poemas donde los versos cantan con libertad formal.

Sin importar el estilo de su escritura, encontraremos poderosas metáforas y demás figuras literarias que nos hablan de las profundidades del mundo, o del amor por la naturaleza y la vida:

Existo por mi muerte, para mi muerte y amo

libremente mi vida, libremente mi muerte

con su silencio en alas de ardientes mariposas

escucho, me detengo en sus frágiles sienes.

 

En el poema “A un caballo blanco” el paisaje y la interioridad de la poeta hallan su correspondencia completa, íntima relación entre la sensibilidad y la naturaleza. Pero Ana Enriqueta escribe también sobre la casa como escenario místico o mitológico, que se mueve entre lo familiar y lo secreto. Incluso encontramos en este poemario el ejercicio metalingüiístico y la reflexión que nos llegan con líneas que hablan sobre el nombre, su secreto, su misterio y arbitrariedad; asimismo nos hablan del acto mismo de escribir y crear: “inútilmente libre, enmarañada. Sobre lo escrito, girasol o nada. Sin embargo, lo escrito permanece”.

Para concluir esta invitación a la lectura de Ana Enriqueta Terán… hacemos eco de palabras del investigador Víctor Bravo, quien nos dice: “Toda esta poesía se encuentra estremecida por las correspondencias entre la naturaleza y el ser, y donde, casi de manera imperceptible, el paso de la forma clásica al verso labrado en su solo ritmo y hendidura es también el paso de la rosa al girasol”.

La cita será el día 17 de noviembre, en la  Librería del Sur “Orlando Araujo” a las 3:00p.m. están todos cordialmente invitados.

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